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“CDMX suda por contaminación, por eso llueve más”

Un experto platicó con La Silla Rota y explicó el porqué de las fuertes lluvias, como la que colapsó a la ciudad el jueves

Escrito en METRÓPOLI el

La contaminación generada por los millones de vehículos que transitan en la ciudad generan radiación que se convierte en calor, las cuales al combinarse con corrientes húmedas generan lluvias que se focalizan en ciertos puntos, explicó a La Silla Rota el experto en cambio climático, Antonio Ordóñez.

En términos más comprensibles, es como si la ciudad al tener calor sudara y, al buscar refrescarse, generara lluvias para las zonas más acaloradas, añadió además doctor en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Existe un proceso donde los autos, al emitir dióxido de carbono generan gases de efecto invernadero que se concentran en la Ciudad de México, y tenemos áreas donde la radiación incidente se absorbe por estos gases generando islas de calor. Al generarse estas corrientes de aire muy caliente, y circular por otros lados de la ciudad, generan un proceso acelerado de vapotranspiración”, dijo.

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“Es decir, nosotros sudamos, las calles sudan, los cuerpos de agua que hay por ahí sudan, los charcos sudan y la vegetación suda un poco y más cuando aumenta el calor, entonces ponen a disposición del ambiente mayor cantidad de agua y con las corrientes de convección generan turbulencias; hacen que se concentre una gran cantidad de agua en puntos muy definidos dentro de las corrientes de aire y no donde nosotros queremos”, describió.

Pese a que la ciudad se encuentra en un valle, la humedad ya no se queda atrapada en las montañas como antaño ocurría, debido a la deforestación, entonces ni la humedad se queda ahí ni la lluvia se absorbe y solo arrastra los nutrientes de esas tierras, abundó. 

“No le estamos dando mantenimiento a nuestras áreas verdes y necesitamos regular el ciclo de carbono. Nuestra contaminación ha causado que los fenómenos hidrometerológicos se acentúen”, advirtió Ordoñez.

LLUVIAS Y CONTAMINACIÓN ATÍPICA

De acuerdo con el gobierno capitalino, la lluvia del jueves 30 de agosto que cayó sobre la Ciudad de México rompió dos récords: fue la mayor registrada en todos los meses de agosto, con 234 milímetros, cuando la anterior marca era de 221 mililitros. 

Pero además es la mayor registrada desde 1992 en los meses comprendidos entre enero y agosto, de acuerdo con el director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México. 

“Afectó principalmente la zona sur de la ciudad. Imagínese que es como si hubiera llenado 16 veces de agua el Estadio Azteca y se hubiera vaciado en menos de una hora y media en la zona sur de la ciudad”, dijo por su parte el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva.

Aunque Ordoñez coincidió en que ha habido lluvias atípicas -una explicación a la que recurren las autoridades del gobierno capitalino cada que se registran inundaciones- el problema es que en realidad se trata de una reacción de la naturaleza a una situación atípica, que es la contaminación.

“Hay lluvias atípicas fuera de toda estacionalidad, lloverá en la medida en que el calor residual de la Ciudad de México y el proceso de vapotranspiración, es decir que se junte el agua, así lo permita. No está definido por modelos esquemáticos, es un modelo de una respuesta natural a una situación atípica, a una situación de desarrollo con mucha contaminación”.

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Lo que podría llevarse el agua y las lluvias de la ciudad unos días sería una corriente de aire muy fuerte, pero el investigador consideró que es más probable que continúen las precipitaciones, porque la contaminación permanece.

Pidió a las autoridades fomentar transporte que no genere emisiones contaminantes, incluso apostar por el Trolebús; crear más proyectos de recolección de agua pluvial; tener mayor planeación urbana e incluso destacó que el próximo Nuevo Aeropuerto no tiene considerada la magnitud de emisiones contaminantes que generará en cuanto sea puesto en marcha, y que los vuelos del actual aeropuerto no dan una compensación ambiental, cuando deberían tenerla.

“El que tenemos tiene más de mil operaciones al día y ninguno lleva compensación ambiental, ni de absorber un kilogramo de bióxido de carbono”, criticó. 

Alertó que debe hacerse algo pronto, porque la factura de inundaciones es menor, comparado con el hecho de que por el cambio climático estados de producción agrícola, como Puebla, se han visto afectados por un fenómeno contrario: el de la sequía.

“No entendemos que la naturaleza tiene limites”, concluyó.

ams